Voluntaria de Wesser con una niña de Wukro

Wesser, Camino a Etiopía

Wukro

El Voluntariado Internacional nos ha enseñado una vez más que no somos nosotros los que aterrizamos en Wukro. Es el sitio el que alcanza nuestras reflexiones, invitándonos a vislumbrar conclusiones que nunca habríamos podido apreciar de no ser por la oportunidad que el programa de Voluntariado Wesser nos otorga cada año en Wukro. Nada de esto sería posible sin la existencia de la Misión de St. Mary’s, encabezada por el padre Ángel Olaran.

La profunda pobreza en la que se encuentra sumida la región del Tigray es la principal secuela de las periódicas hambrunas que sufre la población etíope desde hace décadas. Bajo estas circunstancias, la Misión de St. Mary’s destaca por su ayuda a la infancia a través de la sanidad, el apoyo asistencial y la enseñanza. Según nos cuenta Camino, beneficiaria del programa de Voluntariado Internacional 2017, su trabajo consistía en la evaluación de la situación de los huérfanos, que era “doméstica, económica, social, educacional y emocional, y tenía como finalidad cambiar los programas y adecuar el servicio recibido”.

Voluntaria de Wesser con una niña de Wukro

Nuestra misión

La asistencia a la infancia es uno de los puntos fuertes del recorrido emprendido por la Misión, pero el ángel de los huérfanos de Wukro atiende además proyectos de apoyo a otros colectivos también desfavorecidos. Ejemplos de ello son los diseñados para la inclusión de jóvenes con discapacidad y en beneficio de la tercera edad, programas de los que nuestra estimada voluntaria ha sido partícipe. “Hicimos una recolecta para conseguir recursos y comprarles mantas y colchones” –nos explica Camino–. “Uno de ellos estaba muy falto de dinero, y conseguí que se lo llevasen al comedor social del padre Ángel para cubrir sus necesidades básicas de alimentación”.

La Misión realiza una labor de búsqueda y recaudación de fondos, pero también una socialización del discurso. Aquellos que se involucran con los proyectos solidarios que se desarrollan en Wukro terminan por entender que la mejora de las infraestructuras y de los planes agrarios que sostienen la economía de las familias es la mejor forma de invertir en la zona. Dicha visión solo se comprende desde la conciliación de los proyectos y el crecimiento conjunto, una combinación en la que los menores juegan un papel fundamental.

En palabras de Camino, “el sentido de responsabilidad que tienen los niños en Etiopía comienza mucho antes de lo que se da en un país occidental, lo que me hizo darme cuenta de que el ser humano se adapta de una manera increíble a las circunstancias que vive. Me di cuenta de que un niño, que necesariamente debe depender de sus padres en el ámbito económico, en otros aspectos empieza a desarrollar facultades con mayor antelación. Allí, los niños empatizan y comparten de una manera plenamente natural”.

[Atrévete a conocer las experiencias de Ana y Carolina, protagonistas de nuestro Voluntariado Internacional 2016]

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